Marta Jiménez.
Esta mañana le hemos preguntado a Rosa Colmenarejo cuántos votos necesitaría Ecolo para obtener el primer concejal en el Ayuntamiento, según las cuentas que manejan. “7.500 si la participación es tan baja como en las anteriores elecciones municipales” (hubo un 52% entonces), nos ha contestado. “Pero tenemos el corazón partido porque nos gustaría mucho que subiera la participación, aunque ello signifique que necesitemos aun más votos para obtener el primer representante” ha añadido con la mayor naturalidad. Cualquier político con años de plenos a sus espaldas opinaría que esa respuesta corresponde a una candidata inexperta en la política. Y Rosa lo es. Pero no lo esconde.
Siempre he pensado que la experiencia es un grado y que Colmenarejo llegará a la meta si el planeta político no acaba por embestirla. A día de hoy aplaudo su inexperiencia en un espacio más necesitado de ciudadanos concienciados que de políticos profesionales. Pienso que la fe en la política, si es que alguna vez volvemos a recuperarla, sólo puede aportarla una fresca y lúcida renovación situada en el polo opuesto de los heroes analfabetos.
Ecolo es el partido verde 2.0 de las próximas elecciones municipales. Pertenece a la red Equo y ha logrado reunir a un grupo de gente heterogénea y de perfil profesional -que no tecnócrata, porque aquí hay ideología verde y de izquierdas- con tanto entusiasmo por cambiar las cosas como con pocas ansias de poder entendido en el peor sentido, el de nuestro tiempo. El mundo al revés, vamos.
Su ambición es la de representarnos a través de una especie de voluntariado militante. Arqueólogos, economistas, urbanistas, artistas, poetas, arquitectos o periodistas que ponen a disposición de un proyecto político de ciudad su inteligencia, rompiendo con lo que les rodea desde la construcción de una realidad paralela. Aunque sea en la red y en los márgenes.
Siempre he envidiado a algunos ayuntamientos del País Vasco y Cataluña en donde se sientan concejales de cinco o más partidos diferentes. Creo en el pluralismo y sueño con este diseño político en Capitulares. Me parece más reflejo de la sociedad en la que vivimos que el bipartidismo radicado en Andalucía, sea del color que sea. Y me da que sería más eficaz.
Asimismo se me antoja injusto sistema D’hont, la fórmula electoral que nos rige y que permite obtener el número de cargos electos asignados a las candidaturas en proporción a los votos emitidos. Por eso Ecolo necesitaría en torno a 7.500 votos para el primer concejal y sólo 3.000 votos más para el segundo ¿Ustedes lo entienden? porque yo no.
No sé por qué estamos empeñados en ver y creer en el avance de la ultraderecha, tal y como está ocurriendo en algunos lugares de Europa, y no creamos ni veamos el avance verde en otros lugares de Europa como Francia y, sobre todo, Alemania. Claro, esto es Córdoba y siempre pesa más lo malo que lo bueno. Lo que decíamos, el mundo al revés.
